Bruno se cansó de tanta paz, se cansó de vivir entre algodones en un infinito perfecto y eterno y, un buen día, decidió experimentar la vida. Su eternidad inmutable le resultaba muy aburrida. No había tristeza ni alegría. Todo era calma y equilibrio. No conocía la dualidad.
Eligió a su madre y a su padre y empezó su aventura. Durante 9 meses estuvo soñando y gozando las mieles de un embarazo deseado. Arropado por las aguas de una mamá dulce y sabia que quiso y pudo prepararse para recibirlo. Bruno se sentía feliz y seguro, eso de encarnar era coser y cantar.
Pero esta «divertida» tercera dimensión le reservaba muchas sorpresas y su alma lo sabía; por eso no quería abandonar ese hogar mullidito y relajado que era la panza de su mamá.
Nacer es el primer trauma que nos reserva la vida y aunque pueda parecer contradictorio, muchas de las almas que encarnamos por voluntad propia en este plano, no tenemos muchas ganas de hacerlo. Es la primera dualidad que nos toca vivir, quizá porque en un rinconcito de nosotros sabemos que la aventura conlleva sus riesgos.
La vida es un calidoscopio de colores y emociones. Encarnar en este lugar llamado tierra tiene un nivel de valentía considerable. No es gratuita la diversidad. Muchos seres cósmicos quieren pasar por aquí. Es un lugar de alto voltaje.
Por eso, la vida en este planeta es tan maravillosa. No obstante para poder disfrutar de tanta maravilla tenemos que ir apartando la maleza como si de una frondosa selva se tratara.
El primer obstáculo que se nos presenta es el total olvido de quién somos realmente. Olvidamos nuestro origen divino y eterno y creemos que esta vida es finita y si, en este plano tal vez lo sea, a pesar de que hemos reencarnado varias veces y que probablemente muchos lo sigan haciendo.
Otro obstáculo es la adaptación y el aprendizaje básico: necesitamos que nos cuiden, nos alimenten, nos hablen, nos abracen, nos amen en definitiva, para poder disfrutar de esta vida.
Y la adaptación lleva implícita la educación. Palabra que ocupará la primera parte de nuestra vida si somos afortunados y hemos nacido en un mundo en paz y con los recursos necesarios para sobrevivir.
Y la educación consiste en una suerte de programaciones nada inocentes construidas por los seres que luego pretenden esclavizarte de por vida para que sirvas a sus intereses espurios.
Tendrás que pasar casi toda tu infancia y adolescencia sentado en un aula aprendiendo cosas inútiles.
Mientras tanto la vida en la tierra va sucediendo…
Las plantas crecerán y darán frutos, los animales se aparearán y buscarán su alimento, las montañas de llenarán de nieve en invierno y de flores en verano. El mar estará en calma y lleno de peces y habrá ríos y cascadas que nunca llegues a ver.
Y tu Ser anhela esa paz que traía de fábrica y que recuerda cada vez que contempla una puesta de sol.
Así que ¡ánimo! Bruno. Atrévete a descorrer el velo. Recuerda que no eres ese personaje que tiene nombre y apellido. Viaja por la vida separando el trigo de la paja. Cuestionándolo todo.
Descubriendo la verdad detrás de cada mentira. Abriendo los ojos a lo desconocido sin el miedo que te querrán inocular para que no lo hagas.
Conecta con el Ser que eres y disfruta del milagro de la vida. Recuerda que para eso encarnaste, para disfrutar de la maravilla. Porque eso es lo que ERES: una maravilla, un trocito de la Fuente Creadora experimentando la maravilla de la existencia.