Vivimos en una granja, todos juntos y apretados. Nos mezclan entre nosotros y nos van acumulando.
Y no sabemos qué pasa, nos ponen las orejeras, para que no nos de miedo y no escapemos por piernas.
Es una granja bonita, de colores variopintos. Unos visten elegantes, otros parecen mendigos.
Nos clasifican por clases, por edades, por distritos. Nos marcan con mil señales, somos ganado bonito.
Y nos vamos desgastando, de tanto pienso ingerido, nos inoculan veneno que tragamos con ahínco.
Porque en esta granja, nadie se reconoce encerrado, no te puedes liberar, no sabes que eres esclavo.
Y si un día te percatas que todo era un vil engaño, entonces te darás cuenta y saldrás pronto volando.
Te perseguirán por tierra, por aire y hasta por mar, pero el hombre que despierta no se vuelve a esclavizar.